Llamamos conductas autolesivas a aquellas que van dirigidas a hacerse daño con el fin de reducir una emoción desbordante, asegurarse que se está vivo o de sentir algo cuando no se siente nada.
Golpearse, tirarse al suelo, darse cabezazos contra la pared, hacerse cortes, comerse las uñas, drogarse en exceso, comer mucho, no comer nada, etc., proporcionan alivio a quien las lleva a cabo al reducir su insufrible estrés
La forma de ayudar a quien se autolesiona es, en primer lugar, no juzgarlo para que esté dispuesto a hablar de ello con sinceridad y, en segundo lugar, no prohibir que lo haga ya que puede dar lugar a que lleve a cabo otras más graves. Primero darle herramientas para que maneje su vida.
Cuando la persona ” ventila emociones” en el marco terapéutico, por lo general comienzan a disminuir estas conductas. Se le puede sugerir si no puede dejar de hacerlo que, por ejemplo, si se golpea contra la pared se ponga un cojín. Si se corta que se cure las heridas.
También ayuda el realizar todo el ritual de la autolesión pero no llevarla a cabo. Busco el momento, el lugar, la comida, todo el ritual del atracón y luego no me como la comida. El tiempo empleado en el ritual, ya en sí es un alivio. Todo se habla y se pacta en terapia. Poco a poco. Lo principal es evitar que los daños físicos sean importantes o que vayan a más y después que deje de hacerlo de manera definitiva. La superación de las autolesiones irá de la mano de la recuperación a nivel psicológico.

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